En los años 90 se identificaron niveles bajos de glutamina en plasma como indicador de sobre- entrenamiento y fatiga. Siguiendo esta idea hay trabajos que demuestran que el entrenamiento de resistencia puede aumentar los niveles plasmáticos de glutamina lo cual mejoraría la capacidad de adaptación al sistema inmune.
Otro objetivo que se busca con la administración de glutamina es mantener los niveles de proteína muscular durante los periodos de entrenamiento intensivo.
La glutamina tiene un papel importante en el metabolismo de las proteínas de ahí que pueda tener un efecto antiproteolítico en los deportistas sometidos a entrenamientos con gran destrucción muscular.
La glutamina se comercializa en forma de polvo o cápsulas para ingesta oral. Algunos protocolos indican que la ingesta se debería realizar más de 1 hora antes del entrenamiento y/o durante y después del mismo para frenar el catabolismo proteico y contribuir al anabolismo muscular. Por tanto se debería utilizar al inicio de la temporada deportiva, en entrenamientos de altas exigencias catabólicas y en temporada intercompetitiva.
Como AA que se presenta de manera natural, la glutamina se considera un complemento seguro a las dosis recomendadas. Sin embargo, en aquellas personas sensibles al glutamato monosódico deben usar la glutamina con precaución, a medida que el cuerpo metaboliza la glutamina en glutamato. De cualquier forma, parece que los efectos secundarios a corto plazo son mínimos y se conoce poco de los efectos secundarios de su uso a largo plazo.
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