La niñez y la adolescencia son períodos muy importantes en el desarrollo del ser humano; no sólo porque se producen cambios singulares y rápidos en el crecimiento físico, sino también por ser etapas de desarrollo psicosocial (OMS, 1995).
b) Ayuda a controlar el peso y la composición corporal.
c) Previene o retarda el desarrollo de hipertensión y ayuda a reducir la presión arterial en aquellos adolescentes que ya presentar valores elevados.
d) Reduce la depresión y la ansiedad.
e) A pesar de que no hay muchas investigaciones al respecto, contribuiría a mejorar el desempeño académico.
f) La práctica regular de AF también puede influir favorablemente en la socialización de los niños y jóvenes.
g) También hay evidencia de que los jóvenes que practican regularmente deportes tienen una menor probabilidad de ser fumadores regulares o consumir drogas.
Poseer adecuados hábitos alimentarios también se considera un elemento clave para un óptimo estado de salud, y para el normal crecimiento y desarrollo de los niños y jóvenes. Sin embargo, en estas etapas el patrón de consumo se suele caracterizar por un alto consumo de dulces, golosinas, gaseosas, vegetales con alto contenido de CHO (papa, batata, choclo) y cereales, así como un elevado consumo de frituras. Al mismo tiempo, se observa un bajo consumo de lácteos, verduras y frutas (Torresani, 2001).
En este blog comentaremos algunos aspectos básicos de las necesidades nutricionales de los niños y adolescentes físicamente activos.
Los requerimientos de energía durante estas etapas están aumentados debido al rápido crecimiento. Una ingesta adecuada de energía es vital durante la niñez y la adolescencia para mantener un normal proceso de crecimiento y maduración, así como para cubrir las demandas extras propias del entrenamiento.
Sin embargo, calcular las necesidades energéticas exactas es muy difícil, especialmente durante estas etapas, debido al cambio en el patrón de crecimiento y la gran variabilidad interindividual entre los jóvenes (Volpe et al., 2007). Se han desarrollado diversas fórmulas (como, por ejemplo, las propuestas en las DRI de EE.UU.) para estimar los requerimientos energéticos que tienen en cuenta el sexo, la edad, el peso, la talla y el nivel de AF; este último factor es de enorme importancia a la hora de determinar los requerimientos de energía de los jóvenes. Un punto muy importante a tener presente es que los valores obtenidos son aproximaciones, y se debería revisar lo adecuado que resulta en cada caso particular.
La ingesta de CHO es la base de la dieta, tanto en niños como adolescentes activos. En general, aproximadamente el 50% de su ingesta energética debería ser cubierta por los CHO; según las DRI su aporte debería estar entre el 45-65% de la ingesta energética (DRI, 2002). Pero se debe prestar atención tanto a la cantidad como a la calidad de los CHO consumidos. Sería conveniente priorizar el consumo de cereales y alimentos con alto contenido de fibra que aporten una buena variedad y cantidad de vitaminas, minerales y otros nutrientes importantes, como por ejemplo, cereales integrales, frutas, verduras, legumbres, etc. (Volpe et al., 2007).
Las necesidades de proteínas están elevadas durante estas etapas debido al predominio del metabolismo anabólico, especialmente en períodos de rápido crecimiento. Según las DRI, los niños requieren 0,95 g/kg/día, mientras que en el caso de los adolescentes la ingesta recomendada es de 0,85 g/kg/día (Volpe et al., 2007). Cuando se expresa como porcentaje de la ingesta energética, la recomendación es del 10 al 30% (DRI, 2002). Un punto importante a resaltar es que se sabe muy poco acerca del efecto del entrenamiento sobre los requerimientos de proteínas en estas edades. De todos modos, es poco probable que niños y adolescentes que consumen adecuadas cantidades de energía puedan sufrir un déficit de proteínas en su dieta.
Las grasas también son un nutriente clave; se recomienda que cubran el 25-35% de la ingesta energética total diaria en niños y adolescentes de entre 4 y 18 años (DRI, 2002). Se debería prestar especial atención al tipo (calidad) de las grasas consumidas, priorizando el consumo de grasas insaturadas.
MICRONUTRIENTES
Las vitaminas y minerales también son nutrientes claves para el normal crecimiento, desarrollo y el rendimiento deportivo de los niños y adolescentes. Se debería promover un adecuado consumo de estos nutrientes a través de una correcta selección de alimentos, especialmente frutas y verduras.
Actualmente no se cuenta con evidencia suficiente como para recomendar la suplementación de los mismos en aquellos jóvenes deportistas que cubren sus requerimientos de energía y no tienen síntomas o signos de deficiencia (Volpe et al., 2007).
Si bien excede el objetivo de este blog hacer un análisis detallado de todos estos micronutrientes, en estas etapas de la vida se debe prestar especial atención al consumo de calcio y hierro, que suele ser reportado como deficitario, especialmente entre niñas y adolescentes.
Una adecuada ingesta de fluidos es importante no solo para prevenir la deshidratación, sino también para mantener una normal función cardiovascular y termorregulación. La deshidratación, no solo se asocia con un mayor riesgo de sufrir enfermedades relacionadas al calor, sino que también se asocia a un menor rendimiento deportivo.
La DRI para el agua ha sido establecida en: 1,7 L/día para niños de 4 a 8 años; 2,1 y 2,4 L/día para niñas y niños, respectivamente, de 9 a 13 años; y 2,3 y 3,3 L/día para mujeres y varones, respectivamente, de 14 a 18 años (Volpe et al., 2007).
Es importante tener presente que las necesidades diarias de fluidos varían con la temperatura ambiental, la humedad y el nivel de entrenamiento. Además, parte de estos requerimientos se cubren con el agua que aportan los alimentos.
Una correcta nutrición juega un papel clave en la salud y el rendimiento de los jóvenes deportistas. Los comportamientos que se adopten en estas etapas influyen de manera decisiva en el futuro; por lo tanto, se debería poner especial énfasis en la educación nutricional de niños y adolescentes, para así brindarles los conocimientos necesarios para hacer adecuadas elecciones que favorezcan su normal crecimiento y desarrollo, así como un óptimo rendimiento deportivo.
Adrián BaraleProf. en Educación Física.
Lic. en Nutrición.
Editor Sección de Nutrición Deportiva.
Coordinador académico y docente del Curso a Distancia de Nutrición Deportiva
Lic. en Nutrición.
Editor Sección de Nutrición Deportiva.
Coordinador académico y docente del Curso a Distancia de Nutrición Deportiva
Food and Nutrition Board, Institute of Medicine. Dietary Reference Intakes for Energy, Carbohydrate, Fiber, Fat, Fatty Acids, Cholesterol, Protein, and Amino Acids. National Academy Press, 2002.
Organización Mundial de la Salud. El Estado Físico: uso e interpretación de la antropometría. O.M.S., Serie de Informes Técnicos Nº 854; Ginebra, 1995.
Torresani, ME. Cuidado nutricional pediátrico. Eudeba, 2001.
U.S. Department of Health & Human Services. Promoting Better Health for Young People Through Physical Activity& Sports. A Report to the President from the Secretary of Health & Human Services and the Secretary of Education, 2000.
Volpe SL, Sabelawski SB & Mohr CR. Fitness Nutrition for Special Dietary Needs. Human Kinetics, 2007.
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